Caldeiro, pioneros del minibasket
El
colegio Caldeiro forma parte de la historia del baloncesto madrileño, y
también de la ciudad. Comenzó a funcionar en 1911, en los alrededores
de la aún inexistente Plaza de Toros de las Ventas. Fue pionero en la
implantación del minibasket, bajo el impulso de Anselmo López, y durante
más de un siglo mantuvo una tradición de las que han surgido jugadores
como Iñaki de Miguel. Ahora afronta un nuevo hito en su historia: la
construcción de un pabellón polideportivo.
El Caldeiro es un imponente edificio enclavado en la
avenida de los Toreros, a pocos pasos de la Plaza de Toros de las
Ventas, y es todavía más antiguo que esta. Cuando el coso se inauguró,
en 1931, el colegio fundado por Manuel Caldeiro ya llevaba dos décadas
atendiendo a los niños huérfanos o con menos recursos de la zona.
El deporte era importante desde el principio; en la imagen, un equipo de fútbol del Caldeiro en 1919.
Desde 1911 el deporte forma parte del ideario del
colegio. Primero fueron la gimnasia y el fútbol. Después, el baloncesto,
cuyo boom llegó en los sesenta gracias a Anselmo López, uno de los
nombres míticos del básquet español. Durante su larga trayectoria, López
(fallecido en 2004, a los 94 años) ocupó casi todos los cargos
posibles: seleccionador nacional de baloncesto, presidente de la
Federación Española, secretario general del Comité Olímpico Español,
director del Consejo Superior de Deportes… Pero también fue el impulsor
del minibasket en España, y ahí el Caldeiro tuvo un papel protagonista
como confirmó un reportaje del diario francés L’Equipe publicado en
abril de 1965 y, décadas después, sigue atestiguando un cuadro colgado
en la oficina del club con 25 equipos.
Esa tradición baloncestística se mantiene intacta en
el colegio de Ventas. También porque los responsables deportivos son
exalumnos, y casi todos también exjugadores. Jorge Martínez, director
deportivo y entrenador del senior femenino, y Joaquín Ardila, técnico
del senior masculino, empezaron su andadura en el CD Caldeiro en 3º de
EGB. Más de veinte años después, Jorge está a punto de ser padre y
Joaquín acaba de serlo. El presidente, Félix Jiménez, supera las dos
décadas al frente del club. Como asegura, la tradición deportiva del
colegio siempre ha contado con el apoyo de los religiosos responsables
del centro: “Cuando Anselmo López sugirió que se implantara el
minibasket contó con el apoyo de Fray Utilio, que era quien llevaba el
deporte. Ahora sucede igual. El colegio nunca se ha opuesto a formar
equipos. Al revés, cuanto más salgan mejor. La Asociación de Padres
también apoya todo lo que puede”.
El club conserva como un tesoro este cuadro dedicado a Anselmo López con los 25 equipos mini.
Ni Jorge ni Joaquín vivieron los inicios del mini,
pero sí coincidieron con nombres míticos en la historia del club. Sus
referentes fueron Julio Cobo Hidalgo, entrenador y director deportivo
desde los años setenta hasta los noventa; Julián Grande, Jesús Mato,
Álex Posilio… Con el paso del tiempo esa tradición se ha plasmado en
varias generaciones de alumnos-jugadores. “Estaba Escobar, cuyo
hijo juega ahora en el senior, los Báez, Álvaro y Miguel Ángel, que
estuvo jugando hasta los 40 años; los Lugris… Francisco Javier Lugris,
que ahora juega en el junior del San Agustín, es sobrino y nieto de
alumnos”, enumera Joaquín.
Una misa bajo las canastas en los años sesenta.
En la época de mayor esplendor todos no cabían. Los
dos responsables técnicos recuerdan las lágrimas de algunos niños
descartados en las pruebas. “Para formar un equipo a lo mejor se
presentaban cincuenta chicos y había que quitar a veinte de golpe el
primer día. Pero lo peor eran los últimos descartes. Eso era
especialmente duro. Muchos de nosotros nos tuvimos que ir algún año a
jugar con equipos municipales porque no nos habían cogido”. En 1985, el Caldeiro se convirtió en colegio mixto y llegó un descenso en el número de jugadores. “Ya no había 1.100 chicos para hacer deporte…”. Costó acostumbrar a las chicas y el primer equipo femenino no llegó hasta el año 2000.
En los últimos años, el club ha tenido altibajos. Como todos. El presidente recuerda que “hace
seis o siete temporadas hubo un año muy malo, pero no solo nos afectó a
nosotros. Fue un bajón tremendo del baloncesto en general”. El Caldeiro llegó a quedarse con solo cinco equipos, pero desde entonces no ha hecho más que crecer. Los entrenadores son exalumnos y exjugadores. Carlos Mosquera, que fue internacional alevín, es profesorEn
la temporada 2010/11, ocho equipos; en la 11/12, diez, siete
masculinos, federados, y tres femeninos, que disputan la liga municipal.
En total 138 jugadores más otros 50 niños y niñas en la escuela. Cada
año un poco más. “Ahora hemos vuelto a hacer selección y
procuramos inscribir a los máximos posibles. En el benjamín masculino de
primer año tenemos 16 fichas”, explica Jorge. La clave ha
estado en el trabajo en las clases, desde educación infantil. Y entre
los mayores, han funcionado las llamadas a antiguos jugadores para que
regresen al club donde empezaron. Así volvió, por ejemplo, Pedro
Armendáriz, actual base del equipo senior.
Félix Jiménez muestra una camiseta del Olympiakos, cedida por Iñaki de Miguel.
La explosión definitiva podría llegar con un proyecto
largamente esperado que puede convertirse en realidad en unos meses: la
construcción de un pabellón polideportivo bajo las pistas del patio. “Seguro
que habrá más equipos porque se podrá jugar abajo, en el pabellón, y
arriba, en las pistas, y los que ahora tienen que alquilar un pabellón
podrán jugar en el colegio”, dice el presidente. En mayo está previsto que comiencen las obras.
El club fomenta la práctica de otros deportes, como el atletismo.
Joaquín Ardila apunta que “llevo oyendo
hablar del pabellón toda la vida. Espero que por fin llegue, porque
ahora si el invierno viene lluvioso algunos equipos juegan sin entrenar
en toda la semana”. Y recuerda tiempos mejores: “Cuando
jugaban Julián Grande y sus compañeros; nosotros jugábamos antes y nos
quedábamos a ver a los mayores porque queríamos ser como ellos. Eran
nuestros ídolos. La cuesta estaba llena de gente viendo los partidos.
Eso se perdió y espero que se recupere con el pabellón, que los niños de
alevín o infantil vengan a animar a los senior o los sub’21”.
Carlos Mosquera: exjugador internacional,
entrenador y profesor.
Félix Jiménez explica que el objetivo del Caldeiro es “educar en el deporte, que los chavales se diviertan y haya un buen ambiente respetando siempre los valores deportivos”.
La vocación del club, por tanto, no es alcanzar grandes metas
deportivas ni sacar grandes jugadores. Pero estos últimos han llegado.
El más conocido es Iñaki de Miguel, que en edad junior se marchó al
Estudiantes. Tras triunfar en el Ramiro pasó por el Olympiakos griego,
Etosa Alicante, Unicaja de Málaga, Cajasol, Real Madrid, Meridiano
Alicante y ahora milita en el CB Las Rozas de LEB Plata, pero siempre se
acuerda de su cole. Así lo confirman numerosos recuerdos (camisetas,
fotos dedicadas…) que los responsables del club muestran orgullosos.
También salieron del Caldeiro, entre otros, nombres del baloncesto
madrileño como los hermanos Peraíta, Alfredo y Fernando; los hermanos
Cabrerizo, Juan Antonio, Jorge y Javier; Javier Mulas; Pablo Ángel
Arias; Ángel Alonso; David Marchante; José María González, su hijo José
Ignacio, y Carlos Mosquera, internacional mini cuando todavía estudiaba
en el colegio. Mosquera ha vuelto, ahora como profesor, y referente para
las nuevas generaciones. “Que haya un profesor que es entrenador, exalumno y exjugador internacional lo dice todo”, sentencia Jorge.
Como Jorge y Joaquín, Carlos empezó a jugar a los 8
años, en 3º de EGB. Solo tres años después fue reclamado por el Real
Madrid y disputó en Puerto Rico el Campeonato del Mundo de minibasket.
Desde dentro, destaca el crecimiento del club En mayo está previsto que comiencen las obras del pabellón, que irá bajo el patio “en
jugadores, entrenadores, estructura y apoyo de las familias. Es una
muestra de la ilusión que nos genera a todos este deporte”.
Alumno en las canchas de Charly Sainz de Aja y Porfirio Fisac, entre
otros, sus pilares son los mismos con un balón en las manos que en las
aulas: “Sacrificio y esfuerzo como el medio para conseguir los objetivos”.
Además del baloncesto y el fútbol sala, que reúnen a
350 de los 1.100 alumnos del colegio, el club participa en otras
actividades, como un cross que se celebra desde hace 70 años.
“El próximo tendrá lugar el 29 de marzo. Es una fiesta, que paraliza el
barrio, y participa todo el cole. No solo los alumnos. También los
profesores y los padres”, explica Jorge Martínez, quien no se olvida de estrellas de otros deportes surgidas del Caldeiro como
“Juan Ramón Manzanaro, que lo ha sido todo con el Interviú Boomerang de
fútbol sala, o Aperador, que jugó en el Atlético de Madrid de balonmano
y fue internacional”.
Un partido del senior femenino; bajo las pistas irá el futuro pabellón.
La relación entre el club y el colegio es muy estrecha, tanto que “`procuramos integrar el ideario del centro en el club”. Ese ideario, el de los sacerdotes amigonianos, se basa “en ayudar al más débil, al que más lo necesita o menos posibilidades tiene”. Y para ello, el deporte resulta ideal: “Mejora
las posibles carencias afectivas o de cualquier otro tipo que pueda
tener el niño. El deporte ayuda a muchas cosas, a sentirse importante en
el grupo, a sentirse querido…”
Ese es uno de los motivos por los que el cuerpo técnico está formado por exalumnos porque “quién mejor que nosotros conoce esto…” Como
consecuencia positiva, la compenetración entre los trece entrenadores,
doce chicos y una chica, Alicia Fernández. Muchos son vecinos. Todos
excompañeros y amigos. Y se nota “Nos respetamos y hablamos. A
mí no me dirige nadie, y yo tampoco les dirijo, porque a un entrenador
del senior que lleva más tiempo que yo no le puedo decir nada. Solo ver
sus partidos y aprender”, explica el director deportivo, quien comenta que
“todos los sábados tomamos el aperitivo juntos. Los padres lo ven,
notan el ambiente que se respira y porque eso quieren que sus hijos
jueguen al baloncesto”.
Una vista aérea del colegio en 2011, el año del centenario.
En el Caldeiro, el objetivo se resumen en pocas palabras: “Valores, fundamentos y personas. Formación a todos los niveles, académica, deportiva y, por supuesto, también con valores”, explica Jorge Martínez. Esa filosofía se mantiene desde los tiempos de Anselmo López, pasando por Julio Cobo, Carlos Abilleira, “que creó una asignatura de baloncesto en la que enseñaba los fundamentos”, y los actuales responsables. La tradición continúa.
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